
Los arquitectos miran al pasado para adaptar las viviendas al cambio climático

Los sistemas tradicionales como las pérgolas o los patios sombreados interesan cada vez más a los arquitectos, en busca de soluciones para hacer frente al aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático.
"Hay muchísimos ejemplos muy interesantes" del pasado que permiten hacer las viviendas más confortables en caso de altas temperaturas, afirma Cristiana Mazzoni, arquitecta y urbanista.
Esta profesora de la Escuela Nacional Superior de Arquitectura de París-Belleville (ENSAPB) ha estudiado la arquitectura de las antiguas Rutas de la Seda, que cruzaban el continente asiático, desde China hasta la cuenca mediterránea, y en particular las "casas con patio o logia".
En un patio interior, "la sombra y la vegetación aportan frescura, y como está construido en el grosor del edificio", los rayos del sol no calientan directamente las paredes, explica.
"A menudo hay una fuente o un pozo que trae agua de las profundidades, lo que genera aun más frescor", recuerda Mazzoni.
Estos patios interiores son característicos de los riads marroquíes, las casas romanas (domus), los palacios venecianos o las residencias otomanas con vestíbulo central cubierto.
"Siguiendo por las Rutas de la Seda, encontramos torres de viento", los ancestros del aire acondicionado, muy numerosas en Irán, que refrescan las viviendas mediante un sistema de captación y ventilación natural.
También hay "casas de tierra", un material muy aislante que hoy inspira a numerosos arquitectos, añade Mazzoni.
Otro ejemplo son las viviendas tradicionales provenzales, diseñadas para protegerse del viento y del sol, sobre todo gracias a la instalación de una parra en la fachada sur.
"Estamos entrando en una época en la que corremos el riesgo de dar demasiada importancia a la alta tecnología (...) y alejarnos del ser humano", subraya la arquitecta, que en septiembre organizará un coloquio sobre esta cuestión.
- La inteligencia de los antepasados -
"Se construía con los materiales disponibles y en función de los climas y de las formas de vida", recuerda Jacques Boulnois, arquitecto del despacho BHPR y docente en la Universidad de Orleans, en el centro de Francia.
Volver a los conocimientos ancestrales representa "una renovación del pensamiento" frente al clima y "hay que encontrar una nueva arquitectura contemporánea", apunta.
"Sin fuel ni electricidad, no era fácil para nuestros antepasados, pero usaban la inteligencia", añade Boulnois.
Existen ejemplos de reutilización moderna, como en las calles de Meaux, una ciudad al norte de París, donde el célebre arquitecto italiano Renzo Piano, cocreador del Centro Pompidou, diseñó en 1991 un gran patio interior en medio de las viviendas sociales que proyectó.
"Se nota una pequeña diferencia de dos grados entre la calle y el patio", plantado con abedules y madreselvas, comenta Colette, una vecina de la residencia.
También en París, en el barrio de La Chapelle, la arquitecta francesa Françoise-Hélène Jourda rehabilitó en 2014 la Halle Pajol, un antiguo almacén ferroviario de principios del siglo XX.
La reforma permitió crear un sistema de recogida de agua de lluvia, instalar paneles solares y un pozo canadiense (también llamado pozo provenzal), que utiliza la temperatura del suelo para ventilar con aire más cálido o más fresco según la estación.
Sin embargo "no hay soluciones milagrosas", advierte Boulnois, y asegura que será necesario reflexionar sobre cómo aplicar esas técnicas al mundo contemporáneo.
R. Borges--JDB